lunes, 14 de abril de 2008

DINA

DINA

Dice que su hermana pasó todo el día rezando, como si supiera que la iban a matar.
Dice que cuando oyeron los primeros disparos allá por la escuela, mientras rezaba, la hermana le dijo que fueran a tortear, así igual no las mataban por estar haciendo tortillas.
Pero como ella era la pequeña la mandaron para la casa, con la mamá y los hermanos más pequeños.
Dice que vio como primero, de un solo balazo le volaron el brazo izquierdo, que fue a para allá lejos. Que la hermana no soltó la masa, y que los soldados se comieron la pila de tortillas que había hecho desde que oyó la balacera..
Que aun así, sin soltar la masa con el brazo que le quedaba volteó a mirarla, con aquel chorro de lágrimas que le caían por la cara.
Que aun volvió a mirar a los soldados, y otro, el que disparó no, otro, dijo:
-remata ya a esa vieja puta, así no la vas a dejar.
Y aquel puso el arma en el pecho y disparó aventando el cuerpo de su hermana hacia atrás.

(Mientras lo dice imita con su cuerpo, con los brazos extendidos, como se fue hacia atrás.)
Dice que a su otra hermana, que estaba embarazada de siete meses, la abrieron y aventaron al bebe arriba para que al caer se clavara en el cuchillo de este porte (hace la medida con los brazos) que llevaban en el arma.
Y allí también la mataron a ella.
Y que los soldaos dijeron que nada de enterrarlas, que nada de llorar, que sino también las iban a matar. Y allí nadie lloro.
Nadie lloró mientras los cuches (cerdos) y los perros se las comían, ni cuando todas las moscas las revoloteaban.
Nadie lloró cuando los soldados se fueron un poco más lejos.
Ni cuando la mamá vio que una cuche se llevaba el brazo de su hija y le mandó a que fuera a por el, ni lloró cuando no pudo alcanzarlo por que la cuche se fue directa para donde estaban los soldados.

Dice que por la noche la mandaron a la casa de la vecina:
-ve y dile que me las mataron y que me ayude a meterlas adentro de la casa.
Que con susto y todo fue y que la vecina le dijo que no se afligiera, que hoy las mataban a ellas y mañana a otras.
Pero fue a ayudar a meter a las muertas a la casa y velarlas, sin velas, para que los soldaos no volvieran.
Pero volvieron.
Otros.

Dice que uno preguntó quienes eran las que se hacían las muertas, y la mamá curada de miedo o valiente de miedo, o rendida o sin rendirse, por que ella era así, no se callaba, dijo:
-Ninguna de hacerse la muerta, que ayer me las mataron.
-eso fueron los guerrilleros.
-nada de guerrilleros, esos eran como ustedes, vestidos como ustedes, eran ustedes.
-nosotros no matamos mujeres.
-eran ustedes.
Y ellos la agarraron por la cabeza y la rempujaron contra la pared:
-cállese vieja pu…
Y le dijeron la gran palabra. (se tapa la boa con la mano)
-aquí te vamos a matar.
-pues entonces les pido un favor.
Y todos allí, siendo unos bichos (niños) la oímos decirlo.
-si me van matar maten a todos mis chinos, por que si yo les falto quien les va a dar de comer.
-no se preocupe vieja, ahí le vamos a complacer.
Y así nos agarraron a toditos contra la pared, a la par de mi mama, con el fusil aquí en el pecho (y se señala) y quien sabe si Dios mandó al soldado que entró, porque les preguntó que qué pasaba, y les mandó fuera y luego nos dijo que nos fuéramos adonde fuera, por que la próxima vez no iba a estar y no nos iba a salvar.

Dice que los soldados aún agarraron a mi vecina y sí la torturaron, por que había ayudado a meter a las muertas.
Pero la vecina que era grande y topaba con la viga y el suelo de puntillita (se levanta y se pone de puntillas mostrando con la mano como llegaba con la cabeza a la viga) no la pudieron ahorcar, y le cortaron la piel de las manos, así por delante y por detrás (lo explica con gestos) y ellas les dijo:
-ingratos si me van a matar déjense de pendejadas y no me torturen.
Y la mandaron correr y así los grandes disparos en la espalda y se calló muerta para adelante (y echa el cuerpo para adelante como la muerta)

Y así los siete muertos, por que mi sobrino, el que le sacaron a mi hermana también era persona, fueron enterrados de prisa en una fosa común.

Dice que ese día todavía cruzaron el Lempa y llegaron a Honduras. Y en una casa sin luces y sin llorar tirados en el piso llamaron a la puerta
-la autoridad- dice que dijeron, y que cuando entraron pusieron a los hombres es un lado y a las mujeres a otro y a los hombres les mandaron tumbarse y ella se extrañó por que si fueran soldados salvadoreños era a los hombres a los que se llevaban para matarlos.
Dice que pensó que ya iban a matar a su mamá y a las otras mujeres y que trataba de ponerse en la fila para irse con ellas pero que la mamá la rempujaba y así como tres veces hasta que un soldado dijo:
-déjela señora a ver si aguanta.
Y que la mamá la volvió a rempujar y allí se quedó.

Dice que se llevaron a las mujeres y que los hombres no pudieron hacer nada.
Que su mamá volvió como a la una y que contó afligida como oía los gritos de las más jóvenes que se las habían llevado para otro lado y las estaban violando.
Mi otra hermana tenía 14 años y se la pasaron un montón de soldados pero que había otra de 12 años que no lo soportó.
Que su padre pensó que allá era más peligroso y se regresaron, por que no habían llorado a sus dos hermanas y ya habían violado a otra.

Dice que tenía 13 años.

Dice que siente más lo de sus dos hermanas que a la que violaron, por que esa se fue al monte (guerrillera) y allá la mataron, pero murió defendiéndose y sin embargo las otras dos torteando estaban.
Un año más tarde ella también se fue al monte, hasta el 87 que regresó embarazada a Mesa Grande (el campo de refugiados) y después vino con el primer retorno a Santa Marta.

Y aun dice más cosas.

Y sonríe.

Por que desde ese día ya no llora.

Nunca.

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