lunes, 14 de abril de 2008

EL SIETE

Salimos temprano para que el sol no nos quiete el ánimo, seguimos una vereda que no podría repetir por los innumerables desvíos que lo cruzan.
Y en diferentes partes, diferentes historias.
Pero ni las fechas, ni los soldados, respetaron la linealidad del camino y así masacres, vidas y días, se mezclan y solo mantiene un orden lógico en la memoria del Siete.

En ese camino sin orden, se quedó su vida, su familia, se quedaron las milpas arrasadas con nápal, los tatus (agujeros en la tierra a modo de cuevas, donde se escondía la gente cuando bombardeaban), las esquirlas y grandes boquetes de las bombas.
Quedaron las tumbas con nombres y las fosas comunes que nadie se atrevió a reclamar.
Quedaron las violaciones, los cuerpos sin cabeza y las cabezas en estacas.

Y todo eso me lo contó y me lo cantó, por que a cada masacre de los alrededores, Santa Cruz, Peña Blanca, el Chamoco… les había puesto letra y música.
Y a cada enfrentamiento con los soldados, también.

El Siete nunca volvió ser nadie más, con su nombre de guerra pasa los días rememorando estas historias, la suya, haciéndola inmortal mientras el viva, e intentando buscar una lógica que no existe.

No hay comentarios: